Ahí viene con las hojas que empuja desdichado el viento.
La cara mate arrugada a la mitad juega a violar el derecho civil de ignorarla.
Cuando se encuentran, regalan la danza, y el deglutir de lo externo, de lo ajeno para brindarse en una lección de lo nauseabundo que puede ser lo tangible, lo irreal.
Y ahora voy a saltar desnudo entre nubes para ignorarme, lección irrefutable de una de las mas sabias almas.
La oliva penetra en mi sien y su perfume me lleva al vacío, al comienzo, a la nada, al todo.
Cuando me toca bailar, llueve.
Y si me toca jugar damas, pongo doble cinco. -Aunque me encanta patear los tiros libres-
No me engaño por que no existe tal cosa.
Regocijo y virtud, vino y danzas...
Y ellas claro, que bañan de banalidad lo tangible, lo irreal.
Danesha.-
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