Volar, libre..

Mirinda


Pocas bellas y suicidas, martirizándose con cigarros y fiebre.
Dejando sangre en el velo que cubre lo magistralmente esbelto.
Mandada a hacer. Caserita.
Ahí está, me mira con ojos cleopatranos, no me deja ir.
La pizca de piel que me regala me basta por semanas, meses.
Me la refriego por el cuerpo, la chupo hasta quedarme dormido, con ella.

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