L e T r A s

El suspiro es susurro, hace fuerza para salir.
Extiendo con furia la punta de mis dedos y casi logro alcanzarte, pero estas lejos, y te amo por eso.
Alejate, pateame, insultame, ignorame, pero no escupas.
No puedo mirar arriba, la escalera caracoles marea, mar de brea, me enferma, asesino, destrozo, soy la peor pesadilla.
-Sos un pelotudo- se animó la voz de vieja. Cuanta razón!
Y después entre tos rabiosa, tuberculosa, nicotinosa, me encojo cual niño falto de amor y suplico que bailes.
-Que pelotudo que sos- la misma vieja.
Ahí esta, entre humos y nieblas aparece me sonríe, me regala tres o cuatro segundos de felicidad –¿acaso dura mas?-, -Callate pelotudo-.
La vieja chota tiene razón, siempre la tuvo, me deja desnudo ante centena de personas.
El par de segundos está al acabar y me regocijo de que siempre mi vida me regala otro par, de una forma u otra, con una canción un olor, un recuerdo.
Le tengo que agradecer a ella por tantos recuerdos increíbles. Creo que ni ella tiene conciencia del amor que me genera cada sonriza en mi recuerdo. La mayoría son sepia, pero el calor les da vida y mi vida les da amor.
¿Puedo amarte para siempre? Quizás no sea la palabra, ella sabe bien cual es.
Entonces si.
-Pelotudo-
Tiene sentido, tiene vida, te voy a ver mañana. Te voy a abrazar y a oler.
Te voy a lamer el alma, los ojos, la vida.